Escribí tanto de ti que llegué a sentir que existías.
Revisitado.
Dejamos ese sueño
para convertirnos
en otra cosa.
Y yo escribí
ese destino.
Te veo pasar
en todos los versos
escritos en el firmamento,
como una sensación alada
desprovista de todo peso.
Incluyendo el lastre de mi alma.
Nos rehusamos a encontrarnos
en el corazón de la oscuridad.
Devorados por una sirena hambrienta de felicidad
damos tumbos en la marea que derrite la piel.
Asqueados de tanto,
hemos de ser la ceniza de poco.
Recuérdame mirar con ansias el mar,
el único refugio de mi alma.
Recuérdame el sentido de las cosas
que, en algún lugar del tiempo,
nos olvidaron.
Recuérdame con mi sonrisa y descalzo;
solo con un par de palabras nuevas.
I
Dime dónde se esconde el amor.
En qué árbol florece,
en qué mar se hace eterno.
Dime si estás aquí
o eres la…
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