«La vida había echado hondas raíces en ella y, por lo mismo, su goce más intenso consistía en sentir dentro de sí la continuidad entre las agitaciones de su propia alma y las del mundo externo. » Henry James.
Un cuántico recuerdo se sacude
desnudo sin ángel de la guarda,
raíz de árbol sin Edén
fruta prohibida de la memoria.
¡Profunda tierra brota en sequía!
empapa de rumores
sus ausencias.
¡Es un corazón buscando alas!
palpitando sin ojos
su agonía.
¡Las golondrinas cantan!
En fondo del abismo
escucha el trinar
de sus trémulos
cuerpos,
diminutos y llenos de vida.
¡Que bellas!
Abrigan rocíos escarchados,
se posan como ondas
sobre el bulbo del inconsciente,
inspirando al tapiado recuerdo
a escapar del subsuelo.
¡Que perfecta melodía!
descendiendo
a tan gélida morada.
¡El fondo quisiera tocarlas!
Devorar el sonido
de sus sólidas almas
aceptadas,
beber el vino
de su arbitrario plumaje,
robarles el hálito
y…
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