Esta noche, implacable,
de ese cuerpo tuyo haré surgir
calvarios, pólvora, arte, calderas de fuego
azuzando nocturnos desvaríos.
Mis dedos roedores, encendidos,
marcharán sobre tus defensas, braceando,
empujados por la misma víbora noche sin mañana.
Entonces ignorarás las murallas,
las blasfemias,
la derrota y mi aullido de perro,
y bailarás el pecado humillando mi cuerpo
condensado en cenizas fósiles,
y un diluvio de vida
en la ciega orilla de tu vientre
se ofrecerá para recoger mis rescoldos;
esas máscaras donde me consientes
una y otra vez disfrutar de mi adolescencia desnuda.
Esta noche me evaporaré impúdico
dentro de tu mercurio a voz en grito,
luego, habitaré exhausto en tu cuerpo abandonado,
para siempre…
©Gallego Rey.
Deja una respuesta